Noviembre empezó en julio

La constitución de la Mesa de Diálogo Social para la Reconstrucción, la Recuperación y la Resiliencia, que ha tenido lugar hace pocos días en el Palacio de La Moncloa, es un paso imprescindible para el desarrollo del Plan de Recuperación que nuestro país debe articular para acceder a los fondos europeos.

Han sido las propias instituciones comunitarias las que han instado a los Estados miembros a dar entrada a los interlocutores sociales en la gobernanza de los diferentes proyectos nacionales. En el ámbito sindical esta participación se está coordinando e impulsando desde la Confederación Europea de Sindicatos.

Es bastante probable que al Gobierno español no le hubiera hecho falta esa recomendación, a tenor de las experiencias y los acuerdos que hemos alcanzado durante este año en el ámbito del diálogo social, pero su existencia es un factor esencial en el contexto europeo.

Para UGT, no obstante, la constitución de esta mesa viene de mucho antes, porque da continuidad a los acuerdos firmados el pasado 3 de julio y recogidos en el Acuerdo para la Reactivación Económica y el Empleo.

Fue en ese acuerdo donde los firmantes (Gobierno, CEOE, Cepyme, UGT y CCOO) nos comprometíamos a cosas que figuran en el Plan de Reconstrucción: desarrollar mecanismos eficaces para la formación y recualificación de los trabajadores de cara a su capacitación, en particular en el ámbito digital y tecnológico; puesta en marcha de un Pacto por la Industria; impulsar la transición verde del conjunto de sectores productivos; modernizar nuestro marco laboral; modernizar las políticas activas de empleo; reforzar los servicios públicos; reforzar el sistema público de pensiones; e impulsar medidas para aflorar la economía sumergida, la lucha contra el fraude, la precariedad y la evasión fiscal, entre otras.

Ahora tenemos la oportunidad de hacerlo, una oportunidad para construir un nuevo país. Este es el momento de las políticas de Estado, de crecer como país y afrontar nuestros problemas para garantizarnos y garantizar a las generaciones que vendrán después un futuro mejor. Y eso sólo será posible cambiando el paradigma socio-económico, vertebrando la sociedad con unos servicios públicos robustos y eficientes, con un compromiso político y social para poner a las personas y sus necesidades en el centro de un proyecto de sociedad más ambicioso, más solidario, igualitario, cohesionado y justo.

Por eso consideramos que noviembre empezó en julio, y que necesitamos pasar de los actos a las negociaciones con la mayor diligencia.

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