Reclamado una y mil veces, por fin avanzamos

“La economía española necesita profundas transformaciones estructurales que nos doten de un sector industrial más puntero, unos servicios de nueva generación, un turismo de calidad, una agricultura eficiente con equilibrios territoriales y, sobre todo, unas empresas innovadoras y competitivas”. Esa frase, que fleja con bastante exactitud los objetivos de la UE en su plan de inversiones post covid-19, no forman parte del Plan del Reconstrucción, ni del Pacto por la Ciencia y la Innovación; esa frase figura en el Programa Fundamental de UGT.

Hace décadas que el Sindicato viene reclamando a los sucesivos gobiernos inversiones que permitan dotar a nuestra economía de una base industrial sólida, tecnológicamente avanzada y competitiva en el exterior, como mejor garantía para el empleo y el bienestar. Es decir, una apuesta por la investigación y la innovación, porque el camino para la recuperación y el crecimiento del empleo no está en suprimir derechos y en convertir a la parte débil de la relación laboral en más débil todavía (como han hecho las reformas laborales, especialmente la de 2012).

Es por eso que el Sindicato considera que nos encontramos ante una oportunidad excepcional para, apoyados en los fondos europeos, impulsar el cambio estructural que nuestra economía necesita. Es por eso que UGT se ha adherido al Pacto por la Ciencia y la Innovación, y la Alianza STEAM que analizamos en este número de UNIÓN.

Cambiar nuestro modelo de crecimiento supone, en cierta medida, un cambio cultural para amplios sectores de nuestro país que se han encontrado muy cómodos en un sistema basado fundamentalmente en la reducción de costes laborales, inversiones a corto plazo, y escasa formación. Ese modelo, que nos hace tan vulnerables frente a las crisis, debe dar paso a otro que nos permita competir en los mercados internacionales en calidad e innovación.

Hay, además, un reto adicional, que es la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático. El actual modelo de producción y consumo conduce al agotamiento de los recursos y a la saturación del entorno con los residuos y la contaminación generados, sustentando un desarrollo insostenible que acarrea importantes problemas ambientales, de salud pública, económicos y de empleo. Es evidente la urgencia de cambiar el enfoque del actual patrón de producción y consumo hacia una utilización más eficiente de los recursos que no sobrepase los límites de la estabilidad natural de nuestro planeta.

Bienvenida sea, por tanto, esta apuesta política por la innovación. Esta transición, al igual que la mediambiental tiene que ser justa, y no dejar a nadie atrás.

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